A lo largo de los años muchos hemos experimentado el trabajo como algo agotador, aburrido y que nos produce hasta rechazo. Nos dicen que es que es así, que para vivir hay que trabajar como sea, que el trabajo es duro y, como no puede ser de otra forma, seguimos esforzándonos lo mejor que podemos, luchamos contra lo que sentimos, sufrimos la temida ansiedad, el nerviosismo… hasta que caemos muy enfermos.
Las personas altamente sensibles constantemente piensan en dar lo mejor de sí mismas, les gusta hacer bien su trabajo y sorprender de verdad. Son comprometidas, visionarias, creativas, reflexivas, consideradas y más intuitivas que el resto de las personas. Y, por supuesto, viven todo con una gran intensidad. No obstante, este modo de ser, o de sentir, puede repercutir de manera negativa en sus vidas.
Yo no entendía cómo el hecho de hacer ciertas tareas, aparentemente sencillas para otras personas, a mí me causaba un cansancio extremo. Soportaba muy mal las prisas y la presión en comparación con mis compañeros de trabajo. Decían que me acostumbraría, pero mi cuerpo y mi mente se bloqueaban, y sentía que no podía soportar más la situación. Necesitaba descansar desesperadamente, física y mentalmente, pero ya tenía encima otra jornada laboral.
El cuerpo es sabio. Ante determinados estímulos sufrimos una serie de sensaciones que, si son desagradables, indican que algo no está bien para nosotros. El cuerpo nos alerta para protegernos y si es necesario, se detiene. Las PAS que ya son conscientes del rasgo saben que uno de los peores enemigos con los que debemos lidiar es la sobreestimulación.
Las inquietudes sobre tener un organismo aparentemente más débil y por ello no poder funcionar en esta sociedad son fuertes. ¿De verdad tiene que ser así? ¿Entonces estamos condenados a la enfermedad? No debe de ser así, no somos culpables. Podemos gestionar la exposición a determinados estímulos, pero no siempre depende de nosotros. ¿No será que está enferma la sociedad al pensar que somos inferiores?
Quizás este artículo es un tanto polémico, pero siento la necesidad de instar a que se reconozca este rasgo de personalidad, pues también tiene muy buenas ventajas de las que la mayoría de la gente no es consciente. Así pues, ¿cómo podríamos hablar de una inclusión real para las personas altamente sensibles?
La base sería empezar desde la educación en la escuela, por reconocer y entender a los niños sensibles (NAS). Normalmente nos dicen una y otra vez que tenemos que sobrevivir y ser fuertes. Desde que nacemos recibimos mensajes tanto indirectos como directos, a veces muy desafortunados, como que no debemos llorar, que no puedes ser tan sensible porque te van a hacer daño o que es mejor que intentes estar por encima de los demás. Se me viene a la mente cierta historia sobre una oveja con piel de lobo:
A diferencia del lobo con piel de oveja, en esta historia la oveja se cansa de huir de los lobos y de seguir indefensa, así que un día decide que si no podía derrotar a su enemigo, se uniría a él. Como venganza, acaba con la vida de un lobo y se pone su piel, lo que le ayuda a camuflarse entre las manadas de lobos para sobrevivir. Sin embargo, su afán por dejar de ser cobarde lo llevó a una espiral de violencia y muerte, pues tuvo que actuar como un verdadero lobo.
La moraleja es que cuando el débil quiere ser fuerte, quiere ser depredador, pero como depredador puede ser el más temible. Utilizará toda su fuerza sin límites y la violencia se volverá contra los suyos. Lo que quiero decir con esto es que no tenemos que forzar a las ovejas a vestirse con piel de lobo, porque no es su naturaleza.
Cabe mencionar que las PAS tenemos unas capacidades claramente diferentes porque el sistema neurosensorial es diferente, además de ser algo único en cada persona. Cuando vivimos en un mundo lleno de corrupción, violencia, crueldad, ambición…, que nos enseña a todos a sobrevivir bajo un mismo esquema, basado en conceptos como la competitividad, la supervivencia y el miedo, los sensibles nos sentimos oprimidos. Esta sensibilidad nos hace propensos a tomarnos todo más en serio, precisamente porque se activa más nuestro cerebro, pero la realidad es que la sensibilidad también puede otorgar mayores estados de prosperidad.
Asimismo, sabemos que el sistema favorece a los guerreros, a las personas de hierro. Por lo tanto, también creo firmemente en un cambio en los lugares de trabajo con el fin de ofrecer más comprensión, libertad creativa, tiempo y espacio –incluso más tranquilo de lo habitual. Deberíamos crear entornos inclusivos donde todo tipo de personas sean reconocidas, no solo unos pocos o los «mejores». Sinceramente, siento que no se les da la importancia suficiente a valores más humanos como la calma y la empatía. Muchas empresas no ven el beneficio de contar con todo tipo de personas en su plantilla, y con ello están perdiendo innovación, integridad y lo más importante, humanidad.
Me atrevo a afirmar que no se valora o no interesa que las personas sean sensibles a los factores externos porque no ofrece resultados rápidos e inmediatos en cualquier circunstancia. Por ejemplo, los PAS trabajan peor bajo presión, por lo que no van a poder mostrar todo su potencial si se sienten controlados u observados. Además, para sufrir menos estrés o nerviosismo necesitan estar en trabajos menos «comunes», a ser posible dedicarse a su vocación, o buscar su propio lugar en el que se respete su manera de hacer las cosas. Esto puede ser utópico tal y como están las cosas, pero no hay más que ver cómo las cifras de depresión, enfermedades o suicidios aumentan año tras año.
Otra parte importante sería difundir de manera general información sobre la salud mental y el funcionamiento cerebral. Normalmente no nos enseñan a cuidarnos, muchas veces no se ofrece información que realmente ayude, que sea gratuita y accesible. Todas las personas experimentan beneficios en su propio autoconocimiento, pero especialmente las PAS necesitan conocerse muy bien para regularse y encontrar el punto justo de estimulación, enfocarse en su misión y concienciar a los demás sobre el rasgo. Por ello, lo mejor que pueden hacer las personas sensibles es mostrarse tal y como son y dejar de intentar ser menos sensibles. La clave es reconocer que la sensibilidad es una fortaleza y que la alta sensibilidad puede favorecer el éxito.
En definitiva, creo que el futuro necesita empresas transparentes, cercanas, que busquen aportar, innovar y colaborar con el mundo. Podemos cambiar nuestra percepción hacia lo sensible y ser más conscientes de que las personas muy sensibles existen y de que todos merecemos ser reconocidos.
Ver la sensibilidad desde una perspectiva positiva y contar con estrategias para afrontar los obstáculos que puedan perjudicar a los PAS en el entorno profesional ayudará a las PAS a hacer contribuciones valiosas en el trabajo, a la vez que beneficiará al mismo sistema de sociedad, pues favorecerá la inclusión, la aceptación y la tolerancia. Yo quiero luchar por un mundo mejor en este sentido.
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Bibliografía:
El don de la sensibilidad: las personas altamente sensibles. Elaine Aron