Características de las Personas Altamente Sensibles.
Para ser una PAS, tenemos que reunir cuatro características que revelen cómo somos.
Rumiar. Dar mil vueltas a un tema, investigando todas las posibles perspectivas y alternativas. Un PAS tiene la capacidad de combinar grandes cantidades de información, comparándolas con datos y experiencias anteriores. La tendencia a no tomar la información a la ligera, sino a preocuparnos y ser conscientes de las múltiples soluciones e implicaciones que pueden surgir. La necesidad de amistades y relaciones personales con una verdadera conexión, la búsqueda del sentido de la vida y la necesidad de sentirse unido a algo mayor y transcendental. Ser PAS es ser alguien profundo.
Ser consciente de cada matiz dentro de cada situación. Concentrarse en una situación compleja con muchas cosas para remarcar, con mucho ruido y con mucho movimiento. Las personas PAS se cansarán más rápido que las no PAS al procesar la información.
Todas las PAS presentan tendencia a saturarse con facilidad y en relativamente poco tiempo. La sobreestimulación o sobreactivación es el resultado de recibir más información de la que el cerebro es capaz de digerir. Esto nos causa estrés y se manifiesta con una serie de síntomas corporales muy desagradables y bien conocidos, como las dificultades para respirar, el dolor de cabeza, los mareos, la irritabilidad… Las PAS conocemos muy bien este fenómeno.
El rasgo de la alta sensibilidad, sin embargo, no se caracteriza por sentirse molesto ante los niveles altos de estímulos, aunque esto es lo que ocurre cuando recibimos demasiada información.
Las PAS llegamos a sobresaturarnos por la intensa manera en que procesamos la información que nos llega. Es importante no confundir la saturación sensorial por intensidad con otro tipo de saturación sensorial, consecuencia de deficiencias en la manera de procesar la información. Esto último puede presentarse en personas con autismo, en personas que, aunque generalmente son conscientes de sutilezas, tienen dificultad para decidir hacia dónde enfocan su atención y qué desechan. Por ejemplo, si se centran en la cara de la persona con quien está hablando o en el cenicero que se ve cuatro mesas más allá.
La fuerte emocionalidad es, sin más, una faceta natural de la forma de ser de las personas PAS. Conmoverse con facilidad. Emocionarse ante manifestaciones de belleza, ante algún gesto que le toca en el alma. Ante la ternura. En momentos de profunda conexión. Cuando vemos realmente feliz a otra persona… Aunque también podemos hacer justo lo contrario. Verlo todo como un drama, como un callejón sin salida. Porque vivimos todo intensamente.
La investigación científica ha demostrado que las PAS tienen más actividad cerebral que las no PAS cuando se les enseñan imágenes con contenidos positivos. Y en cuanto a la empatía, nadie le tiene que enseñar a la PAS cómo hay que ponerse en el lugar del otro: como PAS es algo que hacemos de forma automática, sin cuestionárnoslo.
Solo si somos empáticos por naturaleza podemos considerarnos PAS. Una empatía «sana», desde el centro, nos capacita a prestar ayuda constructiva y adecuada. Tenemos que tener en cuenta que la empatía forma parte de los cuatro pilares de la alta sensibilidad y es imprescindible para poder cualificarnos como PAS, pero no todas las personas empáticas automáticamente son PAS.
Para considerarse PAS hay que ser más sensible que la media en cuanto a percepciones sensoriales. Captar a través de los sentidos (vista, oído, olfato, tacto y gusto) y percibir información «sutil», como puede ser el estado anímico de la persona que uno tiene delante, o la energía positiva o negativa entre dos o varias personas («buen rollo» o «mal rollo».
Las PAS solemos notar cosas tan insignificantes como un cuadro torcido, un pelo de gato en el jersey oscuro de un interlocutor, la falta del último botón de una camisa, un pequeño cambio de corte de pelo, el aroma a jazmín en la lejanía… Un sinfín de detalles que los no PAS no llegan a comprender ni concebir fácilmente.